Sin ti
desplegaba pergaminos,
rendí culto a tus brazos
durante toda la noche.
Ayer, rodaron besos
alrededor de las columnas
que bordeaban camas redondas
y escuché a Serrat
desde un taburete cacereño.
Anoche, fue el otoño
que no recuerdo,
que no recuerdo sin ti,
porque anduviste en el pasado
y en el presente no vienes.
Asique, recogí tu aroma
y lo respiré
dejando al aire sin pulmones
durante toda la vigilia.
Anoche, soñé despierta
que las letras se borraban
y que jamás, volvería la serenidad
que me aportaba tu presencia.
Esta mañana
la despedida que tarde o temprano llegaría
nos ha dado la mano,
intentando soltar las nuestras
Por eso, anoche
no quise soltarte,
no quise dormir,
tampoco despertarte.
Anoche supe que no sería
una noche cualquiera,
supe que tu cama
ya no se acuerda de mí,
porque sus sábanas se impregnaron
de otras esencias
y supe
que la luz que nos iluminaba
optó por inmolarse
por no poder soportarlo.
Sabes que te quise bien.
Anoche me di cuenta
que la eternidad existe
y esta mañana me derrumbé ante el espejo
suplicando;
no te vayas nunca.
Pero se aproxima la hora
de desandar el camino que cruzamos.
7 comentarios
Anónimo -
anónim@ -
que nunca se marchite la luna supalí, te estraño
lucia -
Cerro -
Un gran poema triste, Supalí.
Chinpón -
Anónimo -
NOFRET -